Activación neuronal producida por el amor de Dios (a la izquierda) y la ira de Dios (derecha). Créditos: PNAS.

Para interpretar las intenciones y sentimientos de un Dios se hace uso de las mismas regiones que se emplean para poder comprender emociones, sentimientos y pensamientos de otras personas.

Jordan Grafman junto su equipo de colaboradores del National Institute of Neurological Disorders and Stroke (NINDS) en Bethesda, Maryland dedicaron su investigación a descubrir en que parte del cerebro se ubicaban los sistemas de creencias y de representación.

La exploración cerebral denoto que las creencias activan áreas cerebrales de reciente evolución, como son las relacionadas con la imaginación, memoria y empatía.

Grafman expresa que si bien tales evidencias no demuestran la existencia o no de un Dios, indican que el cerebro tiene una disposición a la religión, ofreciendo así un marco sólido para explorar tal cuestión, se trata entonces de entender que regiones del cerebro se activan bajo creencias religiosas.

Aunque el debate sobre la existencia de un Dios parece haber sido extrapolado a otros sectores de la sociedad, Grafman en sus conclusiones concibe un argumento sobre la existencia de la religión, considerando que la religión es subproducto accidental de la cognición social. La evolución permitió a los seres humanos imaginar lo que otras personas estaban sintiendo, incluso aquellas que no están presentes y de ahí se esta a un paso para postular la existencia de seres omniscientes.

Otros científicos sostienen que la religión es un producto social demasiado elaborado para solo ser un subproducto. Históricamente, al menos, debe haber cierta ventaja en las comunidades religiosas y sus creyentes, porqué de lo contrario habrían desaparecido.

Tales argumentos se desglosa de los llamados subproductos de la adaptación. Donde ambos argumentos podrían tener la razón.

El estudio fue realizado con 40 voluntarios creyentes de religiones monoteístas (cristianismo, judaísmo o islamismo) quienes respondían ciertas afirmaciones al mismo tiempo que sus cerebros eran examinados con Resonancia Magnética Nuclear Funcional. Las cuestiones eran sobre aspectos centrales de sus creencias, las cuales debían evaluar si estaban de acuerdo o no.

La primera afirmación era sobre si Dios intervenía en el mundo o no escuchando una frase similar a “Dios protege el mundo", al escucharla los voluntarios reflejaban actividad cerebral centrada principalmente en el lóbulo frontal lateral, donde se considera es la región que sirve para interpretar intenciones de los demás. Esta región enlaza neuronas que nos permiten sentir empatía por otras personas.

La segunda cuestión era sobre el estado emocional de Dios con una afirmación como “Dios perdona”, la cual activo áreas que permite establecer juicios sobre las intenciones de los demás, en concreto las regiones de circunvoluciones frontal y temporal media.

Por último los voluntarios escuchaban afirmaciones sobre lenguaje abstracto y concepciones de la religión como "Jesús es el hijo de Dios”, “Dios demanda la celebración del sábado” o “Ocurrirá la resurrección de los muertos”. En este caso la actividad cerebral ocurría en la circunvolución temporal, que interpreta significados metafóricos y abstractos.

Tomadas en conjunto, los regiones neurológicos que son activadas por las preguntas sobre Dios son las mismas que ocupamos en la vida cotidiana para interpretar pensamientos, emociones o estados de animo de otras personas. Sin embargo dado que tales regiones evolucionaron recientemente ofrecen ventajas al ser humano que no tienen otros seres vivos.

El antropologo Scoot Atran, sugiere que nuestros antepasados con el tiempo pudieron distinguir entre amigos y enemigos. Una vez que los humanos fueron capaces de imaginar a alguien que no estaba de forma física presente, el siguiente paso a las creencias fue enseguida.

A diferencia de otros animales, el ser humano puede imaginar el futuro, incluso su propia muerte. La esperanza dada por las religiones frente a la muerte podría ofrecer una motivación para así cuidar de sus congéneres, obteniendo así ventajas selectivas como la cooperación o la idea de moral

Barrett va más allá, al considerar que la religión puede incluso haber creado un circuito de retroalimentación, al considerar que si en un inicio las creencias eran un subproducto cognitivo con el tiempo se convirtieron en una adaptación cultural, pero advirtiendo que podrían tergiversar sus declaraciones.

Grafman se opone a especular, denotando el tamaño de la muestra y la comparación de la cognición de ideas religiosas con la surgida en cuestiones políticas o jurídicas. También destacó que el estudio sólo examinó la naturaleza de la religión no la existencia de Dios.

§ PNAS