La curiosidad es uno de los rasgos de personalidad que se subestima. Sin embargo es una de las características que definen la personalidad, es un hábito mental realmente importante. Pero también es muy impreciso. ¿Qué significa estar interesado en ideas aparentemente irrelevantes? Y ¿cómo podemos medir ese interés? Si bien hemos analizado la inteligencia prima hasta la muerte - los científicos ya empiezan a desentrañar la anatomía de la inteligencia - nuestra curiosidad sobre el mundo sigue siendo sobre todo un misterio. (De acuerdo con una revisión de la literatura, la cantidad de investigación en la curiosidad alcanzó su punto máximo a finales de 1940.) Einstein no estaría contento: "No tengo talentos especiales", declaró una vez. "Sólo soy apasionadamente curioso".

Sin embargo, se está produciendo un progreso; nuestra curiosidad sobre el cerebro aún nos lleva a comprender la curiosidad. Uno de los más recientes e interesantes documentos proviene del laboratorio de Colin Camerer en Caltech y fue dirigido por Min Jeong Kang. El experimento fue sencillo: Se entrevisto a un grupo de diecinueve personas a las cuales se les pidió responder un cuestionario de 40 preguntas, mientras se realizaba un escáner de la actividad cerebral. Después de leer cada pregunta, a los sujetos se les pidió formularan en silencio su respuesta, para indicar su curiosidad sobre la respuesta correcta. Entonces, vieron la cuestión planteada de nuevo, seguido por la respuesta correcta. Eso fue todo.

Los resultados del experimento fMRI son intrigantes, por una parte se observa, los procesos neurales en los cuales subyace la creatividad. La primera cosa que los científicos encontraron es que curiosidad obedece a una curva en forma de U invertida, de modo que cuando es mayor la curiosidad es cuando menos sabemos sobre un tema (nuestra curiosidad se ha despertado), pero no demasiado (todavía no estamos seguros de la respuesta). Esto apoya la teoría de la brecha de información de la curiosidad, que fue desarrollado por primera vez por George Loewenstein de la Universidad Carnegie-Mellon en los años 90. Según Loewenstein, la curiosidad es bastante simple: Se presenta cuando sentimos una "brecha entre lo que sabemos y lo que queremos saber". Esta diferencia tiene consecuencias emocionales: se siente como una picazón mental, una picadura de mosquito en el cerebro. Buscamos nuevos conocimientos porque así es como rascarse la picazón.

Los datos del modelo fMRI muestran también una falta de información sobre la curiosidad. Resulta que, en los momentos después de que se realizó la primer pregunta, los sujetos mostraron un aumento sustancial en la actividad cerebral en tres áreas diferenciadas: el núcleo caudado izquierdo, la corteza prefrontal y la circunvalación del parahipocampo. El hallazgo más interesante es la activación del núcleo caudado, que parece ser la intersección entre nuevos conocimientos y emociones positivas. (Por ejemplo, el caudado se ha demostrado suele ser activado por diversos tipos de aprendizaje que implica la retroalimentación, aunque también ha sido estrechamente vinculado a diversos mecanismos de recompensa vía dopamina.) La lección es que nuestro deseo de información abstracta - la causa de la curiosidad - que empieza como un antojo dopaminérgicos, enraizada en la misma vía primaria que responde a emociones similares.

La elegancia de este sistema es muestra que un talento humano, aparentemente es resultado de un único proceso mental antiguo. Porque en última instancia, la curiosidad es una emoción, una comezón inexplicable que nos dice que seguir buscando la respuesta, puede tomar ventaja de toda la ingeniería evolutiva que entró en nuestro cerebro a través de un medio dopaminérgica. (La selección natural ya había inventado un sistema motivacional eficaz). Cuando Einstein tenía curiosidad acerca de la curvatura del espacio-tiempo, no se basaba en algunos circuitos de última moda. En su lugar, él estaba usando el mismo sistema neural básico que el de una rata en un laberinto, en busca de una bolita de comida. Como mencionan los cientificos:

El entender la base neuronal de la curiosidad tiene importantes implicaciones sustantivas. Tenga en cuenta que, si bien la búsqueda de información es generalmente una muestra de la evolución mediante la adaptación, las tecnologías modernas amplían la cantidad de información disponible, y por lo tanto los efectos potenciales de la curiosidad. Comprender la curiosidad es también importante para la selección y motivación de los trabajadores del conocimiento que se reúnen la información (tales como científicos, detectives y periodistas). La producción de noticias, publicidad y entretenimiento también es, en cierta medida, un intento de crear curiosidad. El hecho de que se aumente la curiosidad con la incertidumbre (hasta cierto punto), sugiere que una pequeña cantidad de conocimiento puede picar la curiosidad y cebar el hambre de conocimiento, tanto como un estímulo olfativo o visual puede cebar un hambre de comida, lo que podría sugerir la forma de propiciar un aprendizaje.

Referencias:

Jonah Lehrer, "The Itch of Curiosity", Wired Science.