Un nuevo estudio en personas sordas que crean sus propias señales de mano para comunicarse muestra que sin palabras para denominar números, es difícil hacer un seguimiento de más de tres objetos a la vez.
"El aprendizaje del lenguaje realmente da forma a la manera en que pensamos", expresa la psicóloga cognitiva Elizabet Spaepen de la Universidad de Chicago, autor principal de un artículo publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences. "Se puede cambiar la forma de conceptualizar algo aparentemente tan básico como los números".
Los psicólogos habían sospechado que el lenguaje es importante para la comprensión de los números. Estudios anteriores de dos tribus en el Amazonas - que no tenían palabras para números mayores de cinco y otra que cuenta el sistema parecido a contar "uno, dos, muchos" - demostró que la gente de las tribus tenían problemas de información con objetos cuando se colocaban delante de ellos.
Pero en esas culturas, que no tienen sistemas monetarios, podría no haber necesidad de representar un gran número con exactitud. La pregunta planteada fue si el lenguaje mantiene los pueblos amazónicos con problemas de conteo o la falta de presión cultural.
Para abordar esta cuestión, Spaepen y sus colegas estudiaron a habitantes de Nicaragua, personas sordas que se comunican con sus amigos y familiares completamente a través de gestos con las manos confeccionados por ellos.
"Son el caso de la prueba perfecta de la cultura frente al lenguaje", añade Spaepen. "Ellos están totalmente integrados en la economía de Nicaragua, tienen trabajo, ganan dinero. Pero no aprenden un lenguaje convencional. Tienen que crear uno".
Tales personas en Nicaragua son famosos entre los lingüistas por su forma espontánea de creación de un lenguaje completamente formado, cuando se presentó por primera vez en una escuela para sordos en la década de 1970. Pero muchos se quedan en casa, donde no comparten una lengua con nadie. Sus "signos de origen" están formados pero la gramática y las palabras carecen de coherencia y número específico.
A lo largo de tres viajes de un mes de duración a Nicaragua en 2006, 2007 y 2009, Spaepen realizo a sordomudos adultos de Nicaragua una serie de pruebas para ver cómo manejaban los grandes números. Más tarde se dio a la misma tarea con grupos de control con nicaragüenses que nunca habían estado en la escuela y con usuarios sordos que emplean el lenguaje de señas americano (que hace uso de la gramática y palabras para designar números) para asegurarse de que los resultados no se debían sólo al analfabetismo o la sordera.
En primer lugar, los investigadores mostraron a diez sordomudos cuentos animados donde los números son fundamentales para la trama. Por ejemplo, una historia abierta con 8 ranas en hojas de nenúfar. Cuatro saltos de distancia una vez y dos regresaron uno a la vez.
Cuando un amigo que conocía a sus señales de mano le preguntó al sordomudo utilizar sus dedos para indicar el número de ranas los resultados mostraban que tenían problemas con números superiores a tres o cuatro.
Spaepen luego mostró tarjetas con distintos números de artículos como pescados y les pidió que informaran cuántos elementos se encontraban en cada tarjeta. Las respuestas indicaban uno, dos o tres peces, no importando el tiempo que pasaban mirando la tarjeta. Cuando tenía sólo unos pocos segundos con la tarjeta, los tres grupos adivinaban el número exacto de una tercera parte del tiempo.
Con el tiempo ilimitado con las tarjetas, sin embargo, los grupos cuyas lenguas tenían palabras de conteo expresaban el número adecuado de peces casi todo el tiempo. Los sordomudos con señas propias sólo podía dar el número exacto 44 por ciento del tiempo.
"Tales sordomudos realizaban la tarea de estimación como cualquier otra persona haría", comenta Spaepen. "Lo que pasa es que también parecen estimadores cuando se les da todo el tiempo del mundo para contar".
En otra prueba, Spaepen mostró a los sordomudos una fila de uno a 20 fichas de póquer y les pidió crear una matriz idéntica. Cuando todas las fichas eran visibles, los firmantes no tuvieron dificultad en colocar las fichas. Pero cuando loas fichas estaban cubiertas por la parte de arriba, los participantes no podían lograr un número correcto de fichas en su propia matriz.
"Los sordomudos con señas no tenían problemas para entender lo que estábamos pidiendo que hicieran", añade Spaepen "Simplemente no podía hacerlo".
Curiosamente, los sordomudos usaban sus dedos para hacer un seguimiento de los objetos, como los niños usan sus dedos para contar. Spaepen piensa que los firmantes usan cada dedo de manera individual para representar un objeto único - el dedo índice es el pez rojo, el dedo medio es el pescado azul - y no el concepto abstracto del número de peces.
"Ellos no pueden representar de manera exacta el siete", concreta Spaepen. "Lo que tienen es una representación de uno-uno-uno-uno-uno-uno-uno".
Esto podría ser similar a la forma en que los niños aprenden los números, en primer lugar, concreta. La investigación sobre el desarrollo infantil demuestra que los niños comienzan a memorizar los números como una lista ordenada. Ellos pueden recitar los números del uno al diez, pero si les pides que te den tres manzanas, son las mismas probabilidades que tienes de que ten cinco o siete.
La edad en que los niños comienzan a conectar una lista ordenada de los números con cosas depende mucho de la cantidad de refuerzo que tienen los adultos. Algunos niños aprenden a contar a los pocos años de vida, mientras que otros, por lo general procedentes de hogares desfavorecidos, llegan a la escuela sin saber lo que significa "dos". Los sordomudos representan niños desfavorecidos llevados al extremo.
"El idioma es importante para la representación de todo el mundo y la forma de contar", comenta Spaepen. "Esto no es algo que se acaba de obtener de forma gratuita porque son humanos. Depende de la calidad y la cantidad de interacción que reciben. Si no lo está consiguiendo en su idioma, no va a recibirse sólo con él por su cuenta".
"Creo que es un buen resultado de la realidad", considera el psicólogo Peter Gordon, de la Universidad de Columbia , quien sugirió en 2004 que para el pueblo Pirahã usaba "uno-dos-muchos" les impide comprender los grandes números. El estudio fue bien diseñado y se encargó de descartar otras posibles explicaciones, añadió.
"Realmente el papel del lenguaje no esta en oposición a la cultura", considera.
Referencia:
- Lisa Grossman, "Study: Math Skills Rely on Language, Not Just Logic", Wired.
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