Las aves son muy promiscuas, incluso en especies que definimos como "monógamas", con frecuencia caen en este comportamiento. Para los machos, las ventajas de estas cópulas son evidentes: más descendencia sin mucho esfuerzo extra. Sin embargo, los beneficios para las hembras son menos claros, ya que las hembras con esta conducta por lo general no ponen más huevos o crías de mayor calidad, aunque son más susceptibles a la depredación y enfermedades de transmisión sexual. ¿Entonces por qué las hembras engañan?

Un nuevo estudio publicado en PNAS se propuso examinar las dos principales teorías detrás de este comportamiento aparentemente producto de la mala adaptación. Una posible explicación es que el mecanismo del comportamiento mismo controla cómo las hembras responden a su pareja y cómo responden a otros posibles pretendientes. Si esto es cierto, una hembra que es receptiva a su propio compañero también sera receptivo a otros machos, mientras que una que rechaza a otros machos es probable que rechace a su propio compañero. Bajo este escenario, las hembras receptivas serían una ventaja evolutiva, sino también serían una posible trampa.

Por otra parte, la respuesta podría ser que el engaño es indirectamente seleccionado en las hembras, lo que podría suceder si el comportamiento promiscuo es hereditario. Si ésta conducta aumenta, los machos que busquen más cópulas tendrán más descendencia y lograrán transmitir sus genes promiscuos a su descendencia. Las hembras, entonces, también serán genéticamente propensos a repetir tal patrón.

Para determinar cuál de estas hipótesis se acerca más a la realidad, los investigadores utilizaron una población cautiva de más de 1,500 pinzones cebra. Ellos observaron que las aves interactuan de forma natural, teniendo en cuenta cómo las hembras respondieron tanto a su pareja como machos rivales. Los investigadores también utilizaron la información genética y los datos de la paternidad en busca de patrones hereditarios.

Los investigadores encontraron importantes correlaciones genéticas entre los intentos de apareamiento entre machos y hembras además de las tasas de copulación masculinas y femeninas, lo que indica una selección indirecta que probablemente juega un papel importante en el comportamiento de las hembras. Mientras tanto, no encontraron una fuerte relación entre la respuesta de las hembras a sus parejas y los rivales (aunque este resultado debe ser investigado más debido a los grandes errores de estándar).

De acuerdo con estos resultados, la promiscuidad masculina no puede evolucionar de forma independiente de la promiscuidad femenina. En otras palabras, las hembras pueden engañar (al menos en parte) porque ayuda a engañar a los machos.

Aunque este estudio demuestra que este tipo de selección indirecta puede provocar un comportamiento un tanto inadaptado, todavía deja muchas preguntas sin respuesta. Pinzones cebra en la naturaleza son mucho menos promiscuos que los cautivos y sólo dos por ciento de los pinzones salvajes participan en la cópula fuera de la pareja, mientras que el 28 por ciento de los pinzones en cautividad buscaron un poco de acción adicional. Así que este trabajo debe ser tomado con un grano de sal y ampliado antes de sus resultados sirvan para explicar lo que sucede en la naturaleza.

Por último: a menos que seas un cautivo pinzón cebra, esto no es excusa para volver a casa y decir: "Cariño, yo no podía evitarlo está en mis genes."

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