La obediencia a la autoridad, aún con el fin de hacer daño a otra persona, no debe ser entendida como un deseo de hacer el mal sino sólo como el deseo de alcanzar el bien común, al menos eso dice una nueva interpretación del experimento de Milgram.

Forograma de "The Human Behavior Experiments" documental sobre el  experimento de Milgram. Créditos: Alex Gibney.

En 1961 el profesor Stanley Milgram realizó un experimento, que ha pasado a la posteridad, en esta prueba pidió a los participantes (estudiantes) que aplicarán corriente eléctrica en descargas cada vez más altas a sujetos que se habían prestado como voluntarios.

Aunque no lo sabían los estudiantes, ellos eran los sujetos de prueba y los voluntarios eran en realidad actores que simulaban dolor producto de las descargas eléctricas. Los resultados mostraban como dos terceras partes de los estudiantes llegaron a aplicar hasta un máximo de 450 voltios a los "voluntarios" pese a los gritos de dolor de estos.

El experimento desde entonces ha sido polémico, ya sea por la forma en que se realizó, la interpretación del mismo e inclusive por los niveles de angustia que generó en los que formaron parte de la prueba. Hay quien afirma que los resultados señalan como los seres humanos somos capaces de hacer daño a otro si no los ordenan, como si la obediencia fuera ciega inclusive cuando son ordenes injustas y que van orientadas a causar daño a otros.

No obstante un estudio reciente pone en entredicho esta interpretación; Alex Halam de la Universidad de Queensland y su equipo recogieron declaraciones de 659 de los 800 integrantes del experimento. Aunque pareciera discordante, la experiencia para la mayoría no es negativa, al contrario se alegran de haber participado. Lo anterior se debe a que estas personas no consideran haber causado un daño, puesto que Milgram los había convencido de forma convincente de que estaban haciendo una gran aportación a la ciencia. Lo autores de este nuevo estudio abordan los resultados desde un nuevo enfoque, no el de un opresión sino que como otras pruebas han mostrado los humanos no están motivados por el deseo de hacer un daño sino que creen que lo que hacen es bueno, noble y bien vale hacerlo.

Es posible entonces que haya un abismo entre la parte ética y la base téorica del experimento de Milgram. La nueva perspectiva muestra como una persona puede causar un daño a otra si el que se los pide lo justifica como una buena causa.

La nueva versión propone como el fin justifica los medios, aunque este tenga consecuencias negativas. Un enfoque que no parece ajeno a nuestros días.

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