Está el mundo sometido a una vasta dictadura invisible. En ella, la injusticia no existe. La pobreza, pongamos por caso, que a tantos atormenta y que tanto se multiplica, no es un resultado de la injusticia, sino el justo castigo que la ineficiencia merece. Y si la injusticia no existe, la pasión de justicia se condena como terrorismo o se descalifica como mera nostalgia. ¿Y la solidaridad? Lo que no tiene precio, no tiene valor: jamás la solidaridad se ha cotizado tan bajo en el mercado mundial.
[Eduardo Galeano]

Quien en vida camino junto con los desposeídos, los nadie e hizo que a través de su voz hablaron ellos, nos ha dejado.

En su andar recorrió desde Río Grande hasta Tierra del Fuego, atravesó la más diversa geografía latinoamericana, para sentir en su piel como sentían a los que la historia parece negarles en su espacio.

Sencillo y firme en su convicción, no sólo rescato los dolores de abajo, también fue relator de sus sueños, su cotidianidad y lo más importante de sus esperanzas. Hallo en la mirada firme de indígenas, en las manas tajeadas de los campesinos, en las sonrisas de los niños de los barrios mas alejados y en en suave murmullo de los mercados esas verdades que desfilan todos los días pero pocas veces paramos a oírlas.

De sus escritos brotaba la dignidad con la que toda América se ha sobrepuesto a la tragedia y que va tejiendo un tejido multicolor de resistencia.

Cierto es que Galeano nos ha dejado, pero es más cierto que lo que sembró ha hecho que muchos Galeanos ahora caminen.