"Podemos escapar de todo, pero no de nosotros mismos."


Juan V mando construir el Convento de Mafra para gloria y beneplácito suyo en su afan de la inmortalidad de su vida, siendo una de las labores más arduas de las que se tenga registro en la historia de Portugal, y esta fue el motivo que tomo Saramago para entretejer una de sus más sólidas obras.

Una donde no falta ironía y sarcasmo, presentes en sus críticas al clero y a la monarquía, describiendo de forma magistral e irreverente ceremonias religiosas y escenas de la vida en los palacios, en las cuales comentarios que originan a la reflexión aparecen y hacen que el lector reflexione sobre sus propias ideas, uno de los propósitos que siempre busco el autor al escribir.

Mientras tanto, en el fondo, surge un relato de un amor inusual, en la cual no hacen falta las palabras llenas de romanticismo entre sus protagonistas, Baltasar un manco soldado y Blimunda, una mujer con cualidades por demás sobresalientes, van mostrando la belleza y encanto que tiene tal sentimiento y que se ve acrecentado al reunir a al Padre Bartolome Lourenço, quien sueña con construir la passarola, una máquina para volar y surcar los cielos.

Es así que Memorial del convento logra mostrar la ambición en la búsqueda del conocimiento, el deseo de alcanzar la inmortalidad con nuestros actos pero sobre todo y de forma sublime un sólido relato sobre el amor.