La investigación sobre la revocación colectiva toma una nueva importancia en un mundo post-moderno.

En las noticias últimamente han ocurrido cosas extrañas. Este año, miembros del gobierno del Estados Unidos han aludido a una "masacre de Bowling Green" y a ataques terroristas en Suecia y Atlanta, Georgia, que nunca ocurrieron.
Recuerdos. Créditos: Neil Conway/Flickr.

La desinformación fue rápidamente corregida, pero algunos mitos históricos han resultado difíciles de borrar . Desde 2010, por ejemplo, una comunidad en línea ha compartido el recuerdo aparentemente inquebrantable de que Nelson Mandela murió en la cárcel en los años 80, a pesar de que vivió hasta 2013, dejando la prisión en 1990 y pasando a ser el primer presidente negro en Sudáfrica.

La memoria es notoriamente falible, pero algunos expertos temen que surja un nuevo fenómeno. Los recuerdos se comparten entre los grupos de formas novedosas a través de sitios como Facebook e Instagram, borrando la línea entre recuerdos individuales y colectivos. El desarrollo de la desinformación basada en Internet, como sitios de noticias falsos, tiene el potencial de distorsionar los recuerdos individuales y colectivos de maneras perturbadoras.

Los recuerdos colectivos forman la base de la historia, y la comprensión de la historia va formando como las personas pensarán en el futuro . Los ataques terroristas ficticios, por ejemplo, fueron citados para justificar una prohibición de entrada a los ciudadanos de siete países. Aunque la historia ha sido frecuentemente interpretada para fines políticos, los psicólogos están ahora investigando los procesos fundamentales por los que se forman los recuerdos colectivos, para entender lo que los hace vulnerables a la distorsión. Se ha demostrado que las redes sociales configuran poderosamente la memoria, y que las personas necesitan poca estimulación para formarse un recuerdo, incluso si está equivocado. Sin embargo, no todas las conclusiones son sombrías. La investigación apunta a formas de desalojar los falsos recuerdos o de impedir que se formen en primer lugar.

Para combatir la influencia de las noticias falsas, de acuerdo a Micah Edelson, investigador de la memoria en la Universidad de Zurich en Suiza, es importante entender no sólo la creación de estos sitios, sino también cómo las personas responden a ellos.

Todos juntos ahora

La comunicación da forma a la memoria. La investigación sobre pares de personas que conversan sobre el pasado muestra que un hablante puede reforzar aspectos de un evento al repetirlos de forma selectiva. Las cosas que se mencionan son recordadas -por el orador y por el oyente-. Hay un corolario menos obvio: la información relacionada que no se menciona es más probable que se desvanezca que el material mencionado, un efecto conocido como el olvido inducido por la recuperación.

Estos fenómenos cognitivos a nivel individual se han propuesto como un mecanismo para la convergencia de la memoria -proceso por el cual dos o más personas llegan a un acuerdo sobre lo que sucedió-. Sin embargo, en los últimos años, han surgido pistas de que los grupos de personas también influyen en la convergencia. En 2015, los psicólogos Alin Coman de la Universidad de Princeton en Nueva Jersey y William Hirst de la Nueva Escuela de Investigación Social en la ciudad de Nueva York informaron que una persona experimenta más el olvido inducido al escuchar a alguien en su propio grupo social. Es decir, la convergencia de la memoria es más probable que ocurra dentro de los grupos sociales, un hallazgo importante a raíz de la encuesta sugirió que el 62% de los adultos estadounidenses obtienen sus noticias de redes sociales, donde la pertenencia a grupos es a menudo evidente y reforzada.
Los grupos también pueden distorsionar los recuerdos. En 2011, Edelson, del Instituto de la Ciencia Weizmann en Rehovot, Israel, mostró a 30 voluntarios un documental. Vieron la proyección en grupos de cinco y, unos días después, respondieron a las preguntas sobre ella individualmente. Una semana después de la sesión de observación, los participantes contestaron preguntas de nuevo, pero sólo después de ver las respuestas que los otros miembros de su grupo habían dado. Cuando la mayoría de las respuestas fabricadas eran falsas, los participantes se conformaron a la misma respuesta falsa alrededor del 70% del tiempo, a pesar de haber respondido correctamente. Pero cuando supieron que las respuestas habían sido generadas al azar, los participantes invirtieron sus respuestas incorrectas sólo alrededor del 60% del tiempo. Encontramos que los procesos que ocurren durante la exposición inicial a la información errónea hacen que sea más difícil corregir más tarde.

El estudio de esos procesos a medida que suceden -como recuerdos colectivos formados a través de la conversación- ha sido difícil de hacer en grandes grupos. Hace cinco años, el monitoreo de la comunicación en grupos de diez o más habrían requerido varias salas para conversaciones privadas, asistentes de investigación y tiempo. Ahora, múltiples participantes pueden interactuar digitalmente en tiempo real. El grupo de Coman ha desarrollado una plataforma de software que puede rastrear intercambios entre voluntarios en una serie de chats programados. "Se necesita un asistente de investigación de 20 minutos y una sala de laboratorio", comenta Coman.

Los científicos y la red social

El año pasado, el grupo utilizó este software para averiguar por primera vez cómo la estructura de las redes sociales afecta la formación de recuerdos colectivos en grandes grupos. Los investigadores suministraron información sobre 4 eventos del Cuerpo de Paz a 140 participantes de la Universidad de Princeton, divididos en grupos de 10. En primer lugar, se pidió a los participantes que recopilaran la mayor cantidad de información posible por sí mismos. Luego, tomaron parte en una serie de tres conversaciones -sesiones de chat en línea de unos pocos minutos cada una- con otros miembros de su grupo, en las que recordaron la información de forma colaborativa. Finalmente, trataron de recordar los acontecimientos de forma individual otra vez.

Los investigadores investigaron dos escenarios, uno en el que el grupo formó dos subconjuntos, con casi todas las conversaciones que se llevaban a cabo dentro de los subgrupos y uno en el que formaba un gran grupo. A pesar de que las personas del mismo grupo estuvieron de acuerdo en el mismo conjunto de información, dice Coman, las de los dos subconjuntos generalmente convergían en diferentes "hechos" sobre hechos ficticios

Este efecto es evidente en situaciones del mundo real. Los palestinos que viven en Israel y los de Cisjordania, fueron separados por la fuerza durante las guerras árabe-israelíes de 1948 y 1967, y sus recuerdos sobre el pasado varían, a pesar de una identidad árabe-palestina. Sucesos similares divergentes surgieron después de la erección del Muro de Berlín.

En el laboratorio, Coman puede manipular las redes sociales y mirar los recuerdos que se forman. Su comparación de los dos escenarios reveló la importancia de los "eslabones débiles" en la propagación de la información. Los vínculos son probablemente lo que impulsa a la formación de recuerdos colectivos a nivel comunitario.

Una función de esos eslabones débiles podría ser recordar a las personas información expurgada a través de los procesos de convergencia de la memoria. Pero el tiempo es importante. En trabajos inéditos, Coman ha demostrado que la información introducida por un eslabón débil es mucho más probable que moldee la memoria de la red si se introduce antes de que sus miembros hablen entre sí. Una vez que una red está de acuerdo en lo que sucedió, la memoria colectiva se vuelve relativamente resistente a la información contraria.

Coman piensa que la convergencia de la memoria refuerza la cohesión del grupo. Al compartir un recuerdo, la identidad se hace más fuerte y nos podemos importar más unos con otros. Una abundante investigación vincula la fuerte identidad grupal con un mayor bienestar individual. Esto es demostrado por la investigación sobre la familia. En la Universidad Emory de Atlanta, Georgia, la psicóloga Robyn Fivush está estudiando las historias que las familias se cuentan a sí mismas. Encontraron adolescentes y adultos jóvenes que conocen más historias familiares muestran un mejor bienestar psicológico.

A pesar de que los recuerdos compartidos pueden fomentar grupos más cercanos, también pueden distorsionar el papel de los foráneos, generando una cuña entre los grupos. La memoria forma la identidad del grupo, que a su vez configura la memoria, en un círculo potencialmente vicioso. Los enlaces débiles tienen un importante efecto correctivo, pero en su ausencia, dos grupos pueden converger en versiones incompatibles del pasado. Estos pueden ser preservados para la posteridad en estatuas y libros de historia. Pero pueden evolucionar con el tiempo.

Hacer recuerdos, hacer historias


En Ostende, Bélgica, un monumento público representa al rey belga Leopoldo II, rodeado por dos grupos de sujetos agradecidos: uno belga, el otro congoleño. En 2004, los manifestantes, que sentían que el monumento representaba mal la historia, cortaron la mano de bronce de una de las figuras congolesas. Explicaron anónimamente a un periódico local que la amputación reflejaba con mayor exactitud el papel de Leopoldo en la colonia africana de Bélgica: no la de un protector, sino la de un tirano.

En 2010, los psicólogos sociales Laurent Licata y Olivier Klein de la Universidad Libre de Bruselas de Bruselas llevaron a cabo una encuesta para explorar las actitudes de las distintas generaciones hacia el pasado colonial belga. Encontraron que los estudiantes belgas expresaban mayores niveles de culpa colectiva y apoyo a acciones reparadoras hacia lo que es ahora la República Democrática del Congo que sus padres, quienes a su vez expresaron niveles más altos que sus padres. Los investigadores sugieren que un factor importante en esta evolución fue el influyente libro de Adam Hochschild, "El fantasma del Rey Leopoldo", que pintó un cuadro mucho más oscuro del período colonial que el que se había aceptado previamente.

No todos los recuerdos colectivos pasan a la historia . Los psicólogos cognitivos Norman Brown de la Universidad de Alberta en Edmonton, Canadá y Connie Svob de la Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York han propuesto que algo más que los procesos cognitivos y sociales determinan si un evento sobrevive a la transición a través de las generaciones. La cantidad de cambios en el tejido social es crucial en la conformación de recuerdos.

En un estudio publicado el año pasado, informó que los hijos de croatas que habían vivido las guerras yugoslavas de los años noventa tenían más probabilidades de recordar las experiencias de sus padres relacionadas con la guerra que las no relacionadas con la guerra, como el matrimonio o el nacimiento de un primer hijo. Las guerras, como la inmigración, traen grandes trastornos a su paso, y por lo tanto son muy memorables, reitera Svob.

Esta "teoría de la transición" podría explicar también uno de los vacíos más grandes en la memoria colectiva de los occidentales del siglo XX: por qué recuerdan fácilmente las dos guerras mundiales, pero no la pandemia de gripe española de 1918-20 que probablemente mató más de cualquiera de las dos guerras. El grado de cambio producido por la guerra tiende a ser mayor que el grado de cambio provocado por una pandemia.

El conjunto de recuerdos colectivos que un grupo mantiene evoluciona con el tiempo. Una de las razones de esto es que las personas tienden a ser marcadas más por los acontecimientos en su adolescencia o en como adulto joven -un fenómeno conocido como el "bache de reminiscencia"-. A medida que crece una nueva generación, los acontecimientos que suceden a sus miembros durante su juventud anulan los acontecimientos que antes dominaban la sociedad, y así "actualizan" la memoria colectiva. Una encuesta realizada por el Pew Research Center en Washington DC en 2016 mostró que los momentos históricos determinantes para los baby boomers en los Estados Unidos fueron el asesinato de John F. Kennedy y la Guerra de Vietnam, mientras que para los nacidos desde 1965 fueron los ataques terroristas 11 de septiembre de 2001 y la elección del ex presidente estadounidense Barack Obama.

Post-verdad: una guía para los perplejos

Y con el tiempo, cada generación añade algunos eventos y olvida otros. Los psicólogos Henry Roediger de la Universidad de Washington en St. Louis, Missouri y Andrew DeSoto de la Asociación de Ciencias Psicológicas en Washington DC informan, por ejemplo, que las sucesivas generaciones estadounidenses olvidan a sus ex presidentes de una manera regular que puede ser descrita por una función de poder. Predicen que Harry Truman (1945-53) será olvidado en 2040 como William McKinley (1897-1901) fue olvidado actualmente.

Esa evolución se refleja en la evolución de las actitudes hacia el futuro. Roediger y el antropólogo James Wertsch, también de la Universidad de Washington, han observado que los políticos estadounidenses debatiendo la invasión de Irak a principios de los años 2000 se dividieron en dos grupos: los que abogaban por la invasión con el argumento de que Saddam Hussein debía ser detenido como Adolf Hitler, Y los que se opusieron a ella porque temían otra sangrienta y prolongada guerra de Vietnam. Aunque cada uno pudo haber escogido su precedente histórico por razones políticas, ellos a su vez reforzaron ese precedente en la memoria de quien los oyó hablar.

Las investigaciones sobre la memoria colectiva apuntan a formas de moldearlas para el bien colectivo. Edelson y su equipo dieron motivos para el optimismo cuando, en un seguimiento de 2014 a su estudio anterior, informaron que aunque algunos recuerdos falsos son resistentes al cambio, las personas que los tienen pueden, sin embargo, ser influenciados por información creíble. El equipo utilizó resonancia magnética funcional para escanear el cerebro de los voluntarios mientras recordaban la información sobre una película. Las exploraciones revelaron cambios en la activación del cerebro que se correlacionaban con el grado de confianza en una memoria inexacta.

Coman tiene dos sugerencias de sus hallazgos. La primera se dirige al sistema de justicia . En algunos estados de EE. UU. a los miembros del jurado se les prohíbe tomar notas durante un juicio en la sala de deliberación, debido a altas tasas históricas altas de analfabetismo y la creencia de que el grupo recuerda más que el individuo. Coman argumenta que el uso de notas podría proteger a los miembros del jurado contra los sesgos inducidos por la recuperación y las influencias sociales en el grupo. Su grupo espera explorar más profundamente el impacto de estas reglas.

Su segunda sugerencia se refiere a la difusión de información crucial al público durante emergencias tales como epidemias. Habiendo observado que el olvido es inducido por la recuperación se mejora en situaciones de alta ansiedad, aconseja a funcionarios: elaborar una lista breve pero completa de los puntos clave, asegúrese de que todos los funcionarios tienen la misma lista, repetir esos puntos a menudo Y mantener las pestañas en la mala información que entra en circulación. Durante el brote de Ebola de 2014, por ejemplo, las preocupaciones en los Estados Unidos fueron alimentadas por una idea errónea de que estar en la misma habitación que una persona con la infección era suficiente para infectarse. La mejor manera de acabar con rumores, de acuerdo a Coman, habría sido explicar que el Ebola se transmite sólo a través de fluidos corporales. Si se entiende la naturaleza de la información falsa, se puede suprimir apenas mencionando la información que es conceptualmente relacionada pero exacta.

La memoria colectiva es una espada de doble filo. Algunos sin duda lo utilizarán para engañar. El hecho de que la información pueda circular libremente en la comunidad ha sido considerado como uno de los rasgos más importantes y constructivos de las sociedades abiertas y democráticas. Pero crear tales sociedades no garantiza intrínsecamente resultados positivos. Los falsos recuerdos colectivos podrían ser el precio de la defensa de la libertad de expresión. Pero la comprensión de cómo se forman podría ofrecer alguna protección la próxima vez que se les recuerde acerca de una masacre que nunca ocurrió.

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