La idea de economía colaborativa surgió en la década anterior defendiendo ideas como el consumo responsable, respeto a la Tierra o la colaboración en la comunidad. Expuso que el acceso a bienes o servicios no radicaba en su apropiación.
Créditos: Don Toye/ Flickr.

Sin embargo en los años recientes cada vez se aleja más este concepto y se disfraza de un capitalismo más salvaje. En el fondo las empresas que se precian de ser ofrecen la satisfacción de una necesidad individual en el consumidor sin que se tenga una dimensión social, colaborativa o cooperativa.

Empresas que surgieron ofreciendo servicios como transporte o alojamiento por citar ejemplos aprovecharon una idea que comenzaba a cobrar fuerza. Pronto obtuvieron la atención de los medios y consolidaron su éxito.

¿Pero y las alternativas sociales? Lejos de la publicidad y los medios con la sólida idea de crear comunidad: México, tierra de amaranto y WOOF permiten acercar voluntarios a granjas ecológicas. REScoop 20-20-20 (PDF) incentiva al uso de energías renovables, Villa Salvador en Perú ha creado una comunidad urbana basada en la autogestión, Hospitality Kyrgyzstan  y Ecoturismo Mapuche, Valle de Cayucupil-Parque Nacional Nahuelbuta en Chile promueven el turismo comunitario.

En muchas de ellas ONGs, asociaciones civiles o cooperativas permiten que funcionen adquiriendo dimensiones sociales, cívicas y ecológicas. Abordando desde campos historicamente competitivos hasta campos donde no impera lo mercante.

Son en suma un llamado a lo humano.