Si piensa un poco en una ciudad, seguramente recordará calles tranquilas, pintorescas, pensadas para el peatón.
Pero cada vez son menos, su serenidad se interrumpe ahora con frecuencia por el sonido de un accidente automovilistico. Pero no siempre fue así, recordemos que ha ocurrido desde el 2000:

2005: se lanza Google Maps.
2006: lanzamiento de Waze.
2009: se funda Uber.
2012: se funda Lyft.
Créditos: Matthias Ripp/Flickr.

Las aplicaciones como Waze o Google Maps han hecho que las que se consideraban calles tranquilas dejen de serlo, ahora son anfitriones de atascos y de amantes de la velocidad, pero no sólo ello son escenarios propicios para accidentes; debido a la distracción del conductor (por ejemplo, al mirar la aplicación), la falta de familiaridad con la calle (la aplicación lo llevó por una nueva calle lateral) y un aumento en el tráfico general.

La causa principal es el uso de aplicaciones de rutas, pero en los últimos dos o tres años, también se han añadido las aplicaciones de viaje.

El uso cada vez mayor de estas aplicaciones es notable. En 2011, Waze tuvo 7 millones de descargas; ese número escaló a 50 millones en 2013, para 2016 ya eran cinco 65 millones en 185 países. Mientras tanto, Google Maps tiene más de mil millones de usuarios mensuales.

Añadido es la flota de vehículos de viajes compartidos. Se estima que hay 45,000 conductores de Uber y Lyft en San Francisco, en comparación con los 1,500 taxistas. Las dos empresas han diseñado sus propias aplicaciones de mapas, Lyft Navigation y Uber Driver, pero Navigation se creó utilizando Google Maps , y la aplicación de Uber aún no se ha desarrollado del todo.  Cualquiera que sea la aplicación se basa en la eficiencia de la ruta concreta, en oposición a los caprichos de los taxistas, que utilizan vías públicas o "sus propios" accesos directos.

Todo ese exceso de tráfico en las calles previamente vacías ha creado una situación extraña en la que las ciudades están jugando constantemente en defensa contra los algoritmos. Las ciudades no han sabido como responder más que haciendo actualizaciones de infraestructura.

Esto abarca desde colocar señales de alto y semaforos, áreas para dejar y recibir viajes de Uber y Lift, badenes de velocidad, calles en un solo sentido hasta usuarios de Waze que elaboran reportes falsos de accidentes para que el algoritmo de la aplicación cambiará su ruta. Pero todas estas acciones, que abarcan cambios en la infraestructura hasta esfuerzos colectivos tienen en el fondo el mismo propósito; buscan que las calles tranquilas lo sigan siendo.

En el fondo se busca reducir la velocidad del transito, con el efecto de ralentizar el tránsito. Así el algoritmo indicará que se usen otras calles pero el tránsito en la ciudad se verá afectado, haciendo que todos los que usen automóviles pasen más tiempo en ellos. Estamos ante un dilema de la planificación urbana.

Un dilema el prisionero, a macro escala. Si todos estamos actuando de forma egoísta, esto es malo para la sociedad. Mientras más personas usen aplicaciones para conducir con la idea de que haremos menos tiempos de traslado, la realidad será distinta. Los tiempos de conducción son ahora más largos para todos en comparación con el pasado. Realmente las aplicaciones no están destinadas a reducir el tráfico sino en encontrar caminos que sean más cortos, pero no considerarán las consecuencias de esos caminos más cortos.

En el pasado, se resolvían estos problemas al imponer tarifas a quien fuera el causante. Si una cadena de supermercados quería construir un supermercado, la ciudad calculaba cuánto tráfico adicional podía generar e imponía una "tarifa de impacto" por la tensión causada por el tráfico adicional en las vías públicas. Pero en el extraño caso de las aplicaciones de mapas y de viaje, ¿quién recibe la tarifa?

Existe, por supuesto, otra solución obvia disponible que evitaría la naturaleza desordenada de las tarifas y los litigios, frenaría la resistencia a la infraestructura de la ciudad y también pondría fin a los nuevos embotellamientos.

Quizá la solución más sencilla sea comenzar a desinstalar tales aplicaciones.

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