A tu memoria Ayerim

Cuando Paul Auster supo de la muerte de su padre, surgió en él la urgente necesidad de escribir sobre su ausencia, había que perpetuar su recuerdo en un mundo que olvida a sus muertos, como si al hacerlo la muerte dejará de obrar y pudiéramos así conservar la vida o más aún por ese miedo que subyace en nosotros sobre nuestro propio fin.

Surgió entonces la cuestión: ¿sobre qué escribir?, una pregunta por demás difícil, como escribir de alguien a quien apenas conocemos, cómo vamos reconstruyendo una vida, una existencia que a propósito se quebró y disperso en un acto para desligarse del mundo, de quién todo afecto que pudo tener lo mantuvo hermético.

Ante ello Auster inició una búsqueda, hurgando en el pasado, primero de forma dura e implacable, para ir resolviendo cada una de las cuestiones que desde la infancia lo perseguían, donde las respuestas halladas le fueron dando una nueva dimensión a su padre, una que nunca había siquiera imaginado y que le permite reconciliarse con él.