En un lugar cualquiera como en más de una ocasión aparece una niña que ha falsificado la firma de su madre en un reporte de calificaciones, no es la primera vez en la historia de la humanidad y seguro no será la última vez.

Al saber la madre el enojo no para y espera al padre para la sanción, sin embargo al llegar y saber lo ocurrido no deja de reír, la hija Sara Kaminsky comienza a sospechar, no es la primera vez que ha escuchado conversaciones sobre su padre sobre sucesos extraños.

Movida por la curiosidad comienza ordenar las piezas para conocer la historia de su padre: Adolfo Kaminsky -si duermo una hora morirán 30 niños-.

De una tintorería a la resistencia

Adolfo Kaminsky

Kaminsky nace en Argentina en 1925, de origen judío y ruso, en una familia con pocos recursos y a los pocos años de vida se muda a Francia.

En Francia estudia la educación básica, a los 14 años para poder apoyar en los gastos del hogar encuentra trabajo en una tintorería y aquí inicia una pasión.

Adolfo queda maravillado al conocer cómo combinando productos se pueden quitar o añadir colores. Trata de experimentar en casa con los platos y recipientes que encuentra aunque a su madre esto no le agrade en lo más mínimo.

Su curiosidad cada vez es mayor y no para de preguntar a su jefe, un gran conocedor de su negocio y quien al ver que Kaminsky cada vez acumula más conocimiento no duda en dejarle tareas que parecen cada vez más difíciles y que no obstante las puede lograr el joven pupilo.

Pero llega el año de 1939, Francia es invadida por las tropas nazis, la familia de Adolfo es marcada como judía, ella como sus amigos tienen como destino un campo de concentración.

Aunque la familia actuá pronto y acude a la Embajada de Argentina logrando pasaportes para con ello evitar el fatídico destino, lo que no ocurre con muchos de los amigos de la familia que no volverán a verlos.

Su padre pronto se une a la resistencia quien pide a su hijo acuda a recoger documentos falsos. En esa década los documentos hechos completamente a mano van a servir para que Adolfo comience a destacar.

Los conocimientos que posee pronto servirán para que pueda quitar tinta de bolígrafos Parker de pasaportes en el taller clandestino donde opera la resistencia. Tiene 17 años, en poco tiempo trabajara 24 horas para salvar vidas.

La tarea no es sencilla y tienen que hacer las cosas de forma artesanal. Poco a poco se hará de más responsabilidades hasta terminar dirigiendo el espacio. Usando bicicletas construyen centrifugadoras, en la práctica aprende a como envejecer el papel, con lo que haya fabrican sellos.

¿Cómo ocultan el taller? Para evitar sospechas hacen parecer que es una taller de pinturas, así los vecinos no sospechan de los olores químicos que se diluyen entre bastidores, lienzos y caballetes.

Poco a poco las cosas se complican en Francia, los nazis han puesto en contra a todos, no sabes quién pueda delatar o acusar y si no fuera sencillo las deportaciones están aumentando. Llega así la tarea más compleja hasta el momento: crear 300 pasaportes para niños en sólo tres días.

Eso significa crear 900 documentos, la presión esta al máximo deben hacer cada hora 30 documentos sin cometer algún error, el más pequeño error sería una vida menos.

Kaminsky deja de comer y dormir, llega un momento en que colapsa y duerme, pero en cuanto despierta vuelve al trabajo. Su misión esta cumplida pero no su labor.

La vida después de la Guerra


Bastaba crearse unos documentos para él y su familia para huir, algo que jamás paso por su mente, se quedo en París hasta la liberación.  Logró falsificar documentos para el ejercito frances, principalmente espías que operaban en líneas alemanas.

De todas partes recibe condecoraciones y reconocimientos, le entregan la Cruz de Combate de la resistencia.

No se sabe cuántas vidas ha salvado, afirman que son al menos 10,000 personas, al poco tiempo abre un estudio fotográfico, se casa y tiene hijos, aunque su labor no se detiene.

El mundo esta viviendo la descolonización, rompe relaciones con el gobierno francés, crea documentos para más de quince países, principalmente Argelia.

Sea así el movimiento antifranquista en España, Grecia, su labor abarcó países como Brasil, Argentina, Venezuela, El Salvador, Nicaragua, Colombia, Perú, Uruguay, Chile, Mexico, Santo-Domingo, Haiti, Guinea-Bissau o Angola.